Un gran ejemplo de amor paterno...


“Y fué Abel pastor de ovejas, y Caín fué labrador de la tierra. 3 Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda á Jehová. 4 Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, y de su grosura. Y miró Jehová con agrado á Abel y á su ofrenda; 5 Mas no miró propicio á Caín y á la ofrenda suya. Y ensañóse Caín en gran manera, y decayó su semblante. 6 Entonces Jehová dijo á Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué se ha inmutado tu rostro? 7 Si bien hicieres, ¿no serás ensalzado? y si no hicieres bien, el pecado está á la puerta: con todo esto, á ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él. 8 Y habló Caín á su hermano Abel: y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y le mató.”
Génesis 4:3/4:8.
Pues así inicia esta pequeña, extraña y retorcida historia paternal en el libro que rige la vida y los valores morales de miles de personas en el hemisferio occidental: La Biblia.
Recuerdo haber leído esta historia allá en mi tardía niñez y, puedo asegurarlo, me causó una muy mala impresión cuando lo hice. Mi pequeña mente infantil no podía entender que es lo que Caín había hecho mal. la leía una y otra vez y  no, no me ‘caía la cuenta’ como dicen. Me repetía una y otra vez: ‘Dios’ se enojó con Caín porque este le llevo semillas y frutos, productos de la tierra, y no un animal para sacrificarlo. Una oveja. 
¿Cómo podía ‘Dios’, estar ‘contento’ con ‘matar’ a un animal y agradarle el olor de su sangre y su grasa? ¿Qué había de malo en la ofrenda de Caín? Esa idea chocó siempre en mi mente, pues siempre imaginé a Dios -si tal cosa existiese- como un ser vegetariano.
Además, si todo lo sabe de antemano ¿No pudo prevenir este crimen, o no quiso hacerlo? Prefirió ver morir a un inocente para enseñar una lección de libre albedrío.
Lógicamente mi mente infantil no lo entendía. El sencillo contexto de esta historia estaba fuera de mi alcance, tanto por la temprana edad a la que lo leí, como por el fondo social y cultural en el que he vivido. El escritor de esta fabulilla deseaba simplemente enseñar una lección a su pequeña comunidad de pastores de ovejas. La lección: El dios en el que creemos ‘ve’ con buenos ojos la crianza y matanza de animales de pastoreo. No la siembra de semillas y frutos. Buscaba con ese pequeño ejemplo, ilustrar a su pueblo que esa era la mejor ocupación para ellos como pueblo.
¿Por qué una deidad sembraría así el celo y el odio entre hermanos? ¿Qué clase de Padre siembra la discordia por algo tan estúpido entre sus hijos? Solamente un enorme padre salvaje, machista y tirano, que después finge desconocer el suceso y el motivo de el crimen que él mismo instigó. De aquí en adelante se le hizo costumbre culpar impunemente de su falta de valores y amor a sus propias creaturas. Acusándolos de las debilidades y males que el mismo les otorga.
Por favor, si quieren leer estas historias como parte de sus lecturas de textos antiguos, fábulas o cuentillos de ficción, está bien; pero no pretendan imponer esto como historias de donde los seres humanos debamos obtener valores y guía para nuestra vida diaria o peor aún, como un hecho de nuestros orígenes. Es ridículo.



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