Supersticiones, supercherías y más supers. I Cuarenta



El número cuarenta ha sido sagrado y misterioso para incontables personas y culturas a lo largo del tiempo, desde los antiguos Babilonios hasta los modernos Esquimales.
En las islas británicas, existe la superstición acerca del día de St Swithun:
St Swithun’s day if thou dost rain For forty days it will remain St Swithun’s day if thou be fair For forty days ‘twill rain no more
Como ven, una superstición muy meteorológica.
Otra, es el significado original de la palabra cuarentena, y dichos proverbiales como ‘la vida empieza a los cuarenta’.


Son ideas sobrevivientes de creencias que prevalecían en el antiguo oriente, donde asociaciones fundamentales del número cuarenta eran establecidas con respecto al clima, la salud y la higiene.
Los babilonios atribuían una especial significación al cuarenta y lo llamaban Kissatum, que significa ‘la excelente calidad’, la cual ellos entendían como una expresión de completud, y el universo concebido como una totalidad.
El número cuarenta era consagrado a Ea, el dios de las aguas dulces, quien también era el supremo dios inteligente. Cuarenta era el número de ofrendas a los dioses en importantes festivales en Babilonia, y en Nínive, el periodo regular de luto y ayuno era de cuarenta días.
Probablemente bajo la influencia de Babilonia, otros antiguos pueblos semíticos veían el cuarenta como un número sagrado. Los Mandeos, una secta religiosa que vive en la región del Shatt al Arab ha preservado rituales que conectan el cuarenta con las creencias babilónicas.
Entre los Hebreos, los números sagrados fueron en un principio el doce y el cuarenta.
Después del siete, el cuarenta es el número sagrado que se menciona con más frecuencia en el antiguo y nuevo testamento, así como en el Talmud.
La más temprana asociación del número cuarenta fue con los días, después vino la establecida con los años y los objetos.
En Génesis (7:12) la lluvia que causa el diluvio dura cuarenta días y cuarenta noches. En Éxodo (34:28) es el tiempo que Moisés pasa con Dios en el Monte Sinaí. En el nuevo testamento, Jesús, pasa cuarenta días en el desierto y ahí fue tentado. El pueblo de Israel caminó durante cuarenta años en el desierto, cuarenta años fue también el tiempo que duró la desolación de Egipto.
Entre muchos ejemplos, en la Biblia pueden citarse las cuarenta vacas, los cuarenta soportes de plata en la construcción del tabernáculo, los cuarenta camellos de carga, los cuarenta siclos de plata y los cuarenta codos de largo. El número cuarenta desde la antigüedad tenía una importancia especial en conexión con el embarazo y el parto. En Levítico 12.1-4 (uno de tantos libros misóginos que componen la Biblia) se establece que una mujer es impura por cuarenta días después de dar a luz a un hijo varón, y durante este periodo no le es permitido el contacto con alguna ‘cosa santa’ -lo que sea que esto signifique-, o de entrar en el santuario. Esto parece estar ligado a la noción, prevaleciente en pueblos antiguos, que el embarazo o gestación humana duraba 280 días (siete veces cuarenta) y que fases de cuarenta días eran de particular importancia en el desarrollo de embriones, animales jóvenes y plantas.
Los griegos desarrollaron la noción que los primeros cuarenta días de la gestación eran críticos.
Según Aristóteles (384-327 A.C.) se creía que en el décimo cuarto día, el hijo varón se revolvía en el vientre por primera vez. Esta era ya una antigua creencia en los tiempos de Aristóteles.
Los seguidores de Pitágoras (siglo VI A.C.) tenían una bien desarrollada teoría acerca de las fases de cuarenta días del embarazo. Celebraban el que se libraran los primeros cuarenta días, para el que tenían un nombre especial.
La idea de que la mujer era impura por cuarenta días después del parto es encontrada en muchas partes del mundo, y era sostenida por Babilonios, israelitas y, como una inscripción del siglo segundo en Lesbos muestra, por al menos algunos de los antiguos griegos.
La tradición que el diluvio duró cuarenta días y cuarenta noches, deriva de antiguas creencias astronómicas en las que se decía que la constelación de las Pléyades desaparecía durante cuarenta días todos los años, y quizá llevó a la creencia también, de los cuarenta días de luto, de ayuno, penitencia y expiación.
La idea de los ciclos de cuarenta días en el clima como la de St Swithun mencionada arriba, ha sido perpetuada en muchas supersticiones en la América rural; Por ejemplo, que el clima el miércoles de ceniza regía los próximos cuarenta días, o que si llovía el primero de Junio, llovería por -adivinen qué-, claro, los siguientes cuarenta días.
Estas asociaciones de mal-agüero del número cuarenta puede explicar la creencia, especialmente prevalente en los países eslavos y vecinos a ellos, que el alma de una persona fallecida continúa vagando en la tierra por cuarenta días,  En estos países es costumbre hasta nuestros días colocar un jarro o vaso con agua debajo de iconos de la casa por cuarenta días después del funeral, y de revisarlos diariamente para saber si el muerto ha bebido de ellos.
Para los filósofos de la gran escuela pitagórica y posteriores las puras propiedades aritméticas del número cuarenta pueden haber jugado un papel importante en su consagración; pero no hay evidencia que tal especulación matemática entró alguna vez en el grueso de las tradiciones populares, en la cual los cuarenta hijos de Abdón el Piratonita, los cuarenta mártires de Sebaste, los cuarenta ladrones de Alí Baba, y los cuarenta días y noches del Cristo en el desierto son todas, partes de una sola y unificada creencia.
Que son simples creencias y supersticiones, de eso no hay duda.

Comments

Popular posts from this blog

Supersticiones, supercherías y más supers... Los gemelos.

Hablemos de la madre de las cosas malas: Lilith, el simbolo femenino de la rebeldía.

El origen de un ser imaginario: Yahweh, la deidad de las proezas marchitas...