Quam felix Sumus




Pues se ha confirmado. Somos una de las ciudades afortunadas en el itinerario de la visita papal. 
Y la cuestión es ¿Afortunadas por qué?
He seguido el manejo de la información a través de los medios locales y no pude evitar poner la palma de mi mano en mi incrédulo rostro. 
A pesar de saber que el sujeto no solamente representa a aquellos que comparten sus creencias, siendo el dirigente de una de las asociaciones religiosas más grandes del mundo, si no que es el dirigente de una pequeña nación independiente como lo es el Vaticano, el hecho de que sea el gobierno quien lo invita me causa demasiado escozor. Puede alegarse legalmente que es una visita de Estado. Pero -seamos honestos-, todos sabemos que no es así. 
El gobierno local ha movido cielo, mar y tierra para traerlo como gancho de aspiraciones políticas. ¿Cual es la mejor manera, en un país como México, de hacerse con la simpatía de la población mayoritariamente católica? ¡Bingo! 
Ahora, los medios de comunicación están de dar pena. Se presenta la visita del Papa como un evento que cambiará la historia de la ciudad. Se nos dice ‘Ciudad Juárez, al día siguiente de la visita papal será otra.’
Y yo me pregunto ¿Cómo es eso posible? ¿En que cambiará la ciudad?
Al día siguiente, cuando dicho personaje haya dejado la ciudad ¿Se habrán pavimentado mágicamente las calles de cientos de colonias que han estado en el atraso total durante décadas? ¿Habrá ese drenaje pluvial tan añorado por todos? ¿Acabará el pandillerismo en nuestras calles? ¿Dejará el narcotráfico de asesinar hombres y mujeres impunemente en nuestras calles, dejará de vender droga en las esquinas de las escuelas? ¿Ya no desaparecerá una sola mujer más bajo la inepta mirada de las autoridades? 
¿De qué manera cambiará nuestras vidas la visita de un simple mortal que viaja en un auto blindado por su propia seguridad?
Traerá derrama económica a la ciudad. Sin duda. Pero no nos hagamos pendejos. Sabemos donde terminarán esos recursos. Empresarios que aman a la ciudad sinceramente, claro que los hay. Honrosas excepciones. Pero son los menos. 
Eventos así, ayudan en el curriculum cuando se piensa en ocupar otro buen puesto político. 
Como alcalde/gobernador, pude traer al papa a la ciudad. ¿No me califica eso como un buen gobernante? ¿Qué importa?
El pueblo no se da cuenta de eso, está de rodillas, con los ojos cerrados. Esperando que un hombre con un atuendo extraño, pueda, con un poco de su magia (espiritual) aliviar la vida un momento de tanto pesar, compartirles un poco de la ilusión que vende por aquí y por allá…
En días como estos en los que los tres niveles de gobierno nos tienen con el pie en el 'cuello' con tantos impuestos, pedirle al pueblo que done para la visita del Papa es un insulto. Si bien, dicho acto está en la libertad de cada persona, creo que en cuestiones como esta, la iglesia es un verdadero lastre, aunque también reconozco que existen dentro de sus filas (como en muchas otras organizaciones) seres humanos verdaderamente comprometidos en causas sociales; creo sinceramente que la iglesia como organización, pide más de lo que en verdad regresa a la comunidad. Lo triste en estas situaciones, es la fe del creyente. Que entregado completamente por la cultura a los dogmas de la iglesia, siente que es un 'deber cristiano' el compartir algo de lo poco que gana con la iglesia. La cual no se 'toca' el corazón para cobrarle hasta el menor de los servicios, sea una boda, un bautizo o un funeral. Siendo que esta última goza de excepción de impuestos. Privilegio del que ninguno de los millones de mexicanos en la pobreza goza.  
Eso es lo que me indigna de la visita de un ser que no tiene nada de especial. Que tiene los mismos miedos, aspiraciones y deseos que cualquiera de nosotros mortales. 
Porque hasta alguien como yo, que no comparte ese tipo de creencias, puede ver que en los libros que mencionan a aquél hombre (histórico o ficticio) llamado Jesús, se observa a un sujeto a quien no le importaban las consecuencias de sus actos, que el creía, significaban el ayudar al semejante, el compartir el sufrimiento de la vida. Ese supuesto Jesús, andaba por aquí y por allá, en esos relatos, sabiendo que una característica de los seres humanos es la predisposición a la violencia y que su vida peligraba muchas veces. Pero no le importaba al menos ir a los lugares donde los pobres abundan -que no son pocos. Creo que tales historias no son sino fábulas para compartir lecciones de vida e intentos de guía moral. Pero lo que no veo, es algo de ese Jesús en su 'supuesto' representante en la Iglesia: El Papa (todos los papas). 
Ver a los pobres creyentes desde un auto blindado, nos habla de un hombre que asegura ser el representante de un Dios todopoderoso, y nada tiene de santo'. Este tipo de hombres tienen tanta fe en su grandioso Dios como en todos esos centímetros de blindaje. Un ser tan magnífico pero que, aún y con todo su poder y portentosos milagros, como decía George Carlin: ¡Necesita algo tan mundano como el dinero! 
Al día siguiente de la partida del papa, Ciudad Juárez será diferente, claro está.
Para los juarenses será otro día diferente, y sin embargo igual a los demás. 

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