La oscuridad



Más allá de la definición que encontramos en el diccionario o en la ciencia acerca de la oscuridad como ausencia de luz percibida o nivel relativamente bajo de luz. Para el ser humano, este fenómeno es mucho más complicado. Aunque el miedo a la oscuridad es justificado, pues en los cientos de miles de años en los cuales habitamos junglas, desiertos y montañas, estábamos completamente inadaptados para ver en la oscuridad y por lo tanto, éramos presa fácil ante depredadores nocturnos una vez que decidimos descender de la relativa seguridad que nos proporcionaban los árboles.
Así pues, el miedo a la oscuridad es en gran parte resultado de la evolución,  y lo transmitimos en los genes a nuestras sucesivas generaciones para tener una mejor oportunidad para sobrevivir. Cosa que logramos en gran medida.
Pero hoy, a pesar de los avances tecnológicos y científicos, gracias a los cuales el ser humano ya no ve la oscuridad de la misma manera, algo de ese temor ancestral persiste al fondo de la psique humana; El hombre (como especie) ha trasladado la oscuridad y todo lo que ella representa hacia lo más profundo de su mente.
Ahora la oscuridad que nos atemoriza está plagada de criaturas que jamás han existido fuera de nuestras mentes.
Nuestras pesadillas han dado un enorme salto, y asociadas a nuestros más básicos deseos y miedos toman una y mil formas, siempre cambiantes y sobre todo, adaptables a nosotros mismos, sus creadores.
“El sueño es una segunda vida” nos adelantaba ya Nerval en Aurelia. “No sé cómo explicar –nos dice- que, en mi interior, los acontecimientos terrestres podían coincidir con los del mundo sobrenatural”. Así entonces, la oscuridad con la que el hombre ha decidido poblar los bosques inexpugnables de su subconciente, ya no es solamente la vasta oscuridad del cosmos que ha maravillado nuestros ojos desde que los despegamos del suelo en la infancia de nuestra especie; sino una oscuridad íntima y personal.
La hemos hurgado desde entonces, y hemos creado para ello desde la invención del lenguaje, manifestaciones increíbles en busca de respuestas, tales como la religión y el arte. Leyendas y mitos sobre ella atraviesan la historia de la civilización humana.
II
Esos terrores están ahí de antiguo. Se remontan a antes de que existiese el cuerpo humano... No precisan siquiera de él, pues habrían existido igualmente... El hecho de que el miedo de que tratamos aquí sea puramente espiritual -tan intenso en proporción como sin objeto en la tierra- y que predomine en el período de nuestra inocente infancia, plantea problemas cuya solución puede aportarnos una idea de nuestra condición previa a la venida al mundo o, cuando menos, un atisbo del tenebroso reino de la preexistencia.
                                                             Charles Lamb. Brujas y otros terrores nocturnos.

En el mito de la creación judeocristiana, el genésis, se dice:“al principio del tiempo la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo”. 
En la mitología griega, Érebo era un dios primordial, personificación de la sombra y la oscuridad, que llenaba todos los rincones y agujeros del mundo. En la cultura azteca Tezcatlipoca ‘espejo que humea’, es el responsable junto a Quetzalcóatl del origen del mundo. Se le llamaba “noche y viento, el árbitro, el que piensa y rige por su propia voluntad”. Es el dios de la noche y de todas las cosas materiales, llevaba consigo un espejo de cualidades mágicas. En la mitología Hindú: “En el principio no había noche ni día, ni cielo ni tierra, ni luz ni oscuridad. Sólo era Brahma. Esencia única, siempre puro y exento de defectos”.
Más recientemente, en la tradición cristiana, ya no monoteísta como la religión judía de donde procede, se vio surgir la personificación del mal y los pecados del mundo material, en un ser al que llaman Satán o el adversario, al que también se le conoce de manera irónica y contradictoria como Príncipe de la oscuridad o Lucifer que significa por su etimología latina ‘portador de luz’.
Los textos religiosos muchas veces usan la oscuridad para dar sentido visual. En la Biblia, la oscuridad fue la penúltima plaga (Éxodo 10:21) y el escenario para “llanto y rechinido de dientes” (Mateo 8:12). Una interpretación del Corán dice que aquellos que transgredan los límites de lo que es correcto, estarán condenados a sufrir “desesperación que quema y oscuridad fría como el hielo”. (Nab 78.25). En la mitología griega, tres capas de oscuridad rodean al Tártaro, un lugar para los peores pecadores tan bajo como Hades está lejos de los cielos. (Wikipedia)
La oscuridad también tiene connotaciones que la asocian con aspectos emocionales y pscicológicos, se le representa en un aspecto intelectual como enemiga de la razón. Causante de depresión – desorden depresivo estacional, así como miedo –personas que padecen aversión a la oscuridad se le conoce como Nictofobia o atracción es Nictofilia – Como aquellos adeptos a la cultura gótica.
En la literatura y en la poesía la oscuridad está asociada a la presencia de sombras de maldad o depresión. Shakespeare le dio a la oscuridad garras para devorar al amor (sueño de una noche de verano). Dante describió el Infierno como un lugar “manchado de oscuridad pura”; en el nuevo testamento es el escenario para “llanto y rechinido de dientes” como ya mencioné arriba (Mateo 8:12).
La oscuridad siempre ha sido primigenia. Para muchas tradiciones y culturas fue lo primero en existir. De ahí surge el caos y la vida. 

¡Ah, pero eso es lo de menos! Estos terrores son de carácter más antiguo. Existían desde antes de encarnarse —materiales o inma- teriales habrían sido similares—. Todos los crueles y atormentadores diablos descritos por Dante —demonios que desmembran, que destrozan, que estrangulan, que ahogan, que queman— no son ni la mitad de aterradores para el espíritu de un hombre que la simple idea de un espíritu desprovisto de cuerpo que lo persigue.  Continúa diciendo Charles Lamb, y es perfectamente entendible. Es algo intrínseco en el ser humano, que está en continua lucha no sólo contra el mundo y sus criaturas, sino contra sí mismo, en la oscura y a veces impenetrable profundidad de su propia identidad y conciencia.

El miedo a la oscuridad es uno de los terrores universales. La noche es el 'tiempo de las brujas', 'el murciélago negro' y sus reinos extraños están infestados por horrores y sueños malignos, espectros y duendes, sonidos misteriosos en la casa y cosas sobrenaturales que acechan en la oscuridad y se reúnen en los cruces de caminos. El día es el tiempo en el que todas las 'creaciones de Dios' están de pie y haciendo sus obras, y las cosas que están activas de noche revierten el propio y normal orden de las cosas, como 'las brujas y los demonios', o el búho o el chotacabras, aves siniestras con misteriosos cantos. Al amanecer, el gallo canta y el poder de las criaturas nocturnas se desvanece.

Hay un famoso pasaje en The History of the English Church and people de Bede (escrito en el siglo VIII) en la que un thane (guardia) pagano de Northumbria, compara la vida de un hombre con el vuelo de un gorrión a través de un salón de banquetes en la oscuridad de un día de invierno. Dentro del salón hay calor y luz por el fuego de una chimenea, afuera solo oscuridad y tormenta. "Este gorrión vuela rápidamente hacia adentro desde una entrada del salón y sale por la otra. Mientras esta dentro, esta a salvo de la tormenta invernal; pero después de unos momentos de comodidad, se desvanece de la vista hacia el mundo invernal del cual llegó. Así como este, el hombre aparece en la tierra por un breve momento; pero de lo que fue antes de esta vida o de lo que viene después de ella no sabemos nada."
El contraste entre el iluminado y cálido salón y la amenazadora oscuridad que lo rodea es poderosamente dibujado en el gran poema anglo-sajón de Beowulf que ha sido descrito en parte como 'una expresión del miedo a la oscuridad'. Es por la noche que el Monstruo Grendel, una 'sombra negra de la muerte' merodea los páramos brumosos y se introduce para atacar a los daneses en el salón del Rey.
La noche es la fiel representante de la oscuridad, y la oscuridad esta ligada a la muerte, el valle de sombra, el sueño de la muerte, la asfixiante negrura de la tumba, el manto que cae cuando el sol 'muere' en el oeste al atardecer. Muchas personas no piensan en la oscuridad como la mera ausencia de luz si no como algo positivo y casi palpable. En Homero, cuando un hombre muere se nos dice que 'una negra oscuridad vela sus ojos' o que 'la noche ha descendido en sus ojos', o también, que ha sido 'envuelto por la desagradable oscuridad'. Los anglo-sajones hablan de una 'niebla de muerte'. 
La idea de la oscuridad de la muerte cubriendo la cabeza del hombre parece dar cuenta del tocado de piel de perro del dios griego de los muertos: Hades, quien hace a todo aquel que está debajo de él invisible.

Como la muerte, la noche es ineludible. En la Íliada, ella 'rige a los hombres y dioses por igual'. Miguel Ángel dijo de su famosa estatua de la noche (en la capilla Medici en Florencia) que ella estaba llorando las obras del tiempo, el destructor, y lamentando su parte en ello. En la Teogonía de Hesíodo, Erebos (oscuridad) y la noche están entre los primeros poderes cósmicos que existieron, y fueron ellos quienes dieron nacimiento al día.
La noche es también la madre de una camada de horrores -Destino, Muerte, Las Furias, Dolor, Némesis, Engaño, y la vejez - así como del sueño, la sucesión de sueños y el placer del amor. Su hogar está en la profundidad del infra-mundo, envuelta en nubes negras, y con ella están su hijos gemelos: Sueño, que vaga pacíficamente por mar y tierra, y es amable con los hombres; y Muerte, la de corazón de hierro, cuyo espíritu es despiadado como el bronce y quien es odiada incluso por los inmortales dioses. 
Visitando Olimpia en el siglo II A.C. Pausanias vio en el templo de Hera un busto decorado con escenas. Una de ellas, mostraba a 'una mujer sosteniendo en su brazo derecho a un niño durmiendo, y en la izquierda tenía un niño negro que aparentaba dormir... Las figuras eran Muerte y sueño, con la noche como su protectora.'

En muchas mitologías. en el principio todo era caos y oscuridad, y la luz y el orden fueron creados desde esta noche primigenia. En el Génesis había oscuridad hasta que el Dios hebreo creo la luz. En un mito de creación Órfico, El Caos, la noche y Érebos existían al principio. La noche puso un huevo del cual surgió Eros, y de él vinieron las generaciones futuras de dioses. Pico della Mirandola filósofo italiano del siglo XV, identificó la noche de este mito con la En Sof de la Cábala, como 'la solitaria nube del padre', la primera causa del universo. Porque si bien la noche es misteriosa y ominosa, es también el tiempo de hacer el amor en el cual los niños son concebidos y tiene por lo tanto simbólicas connotaciones de fecundidad potencial: entre ellas la oscuridad de la tierra en la cual las semillas abren, o la oscuridad del vientre en donde crece el feto. La noche es el tiempo de la muerte y la concepción, es el nombre de un estado espiritual de ceguera y desolación: 'la oscura noche del alma', vista por algunos místicos como un escenario esencial en el camino del alma hacia Dios. Esta es una condición de oscuridad interior, cansancio, letargo, indecisión y miseria, una condición de estar lejos de la luz salvadora de Dios que puede durar meses o años. Pero por otro lado, la noche de amor puede verse como una imagen del la unión del alma con Dios, como en uno de los poemas de San Juan de la Cruz:

Oh noche que juntaste
Amado con Amada.

transfigurándose así uno como el otro. 
De nuevo, la iniciación es vista como un viaje a través de los terrores de la oscuridad, al final del cual, el iniciado alcanza la luz sublime.

El terror y el hacer el amor se combinan en una forma diferente en la pesadilla, una palabra que parece aplicar particularmente a los sueños que suelen ser eróticos o terribles, y a los demonios que supuestamente los causan. Ese 'mare' en la palabra Nightmare en inglés no es una yegua, si no algo conocido por creyentes religiosos como Íncubo, un espíritu que hace ferozmente el amor a los que sueñan por la noche, 'montándolos', pesando sobre ellos y causándoles sentimientos de asfixia y provocándoles malos sueños. De ahí el termino para nosotros en español, 'pesadilla', por la sensación de opresión y 'pesar' al soñar.
La simple maravilla de la dicotomía entre el día y la noche, la luz y la oscuridad, es el combate entre los opuestos (reales o imaginarios) con los que ha lidiado el hombre a lo largo de la historia. Como bien lo dijo William Blake:

Without Contraries is no progression. Attraction and Repulsion, Reason and Energy, Love and Hate, are necessary to Human existence.
From these contraries spring what the religious call Good & Evil. Good is the passive that obeys Reason. Evil is the active springing from Energy.
Good is Heaven. Evil is Hell.


El mismo combate lo vemos al final de cuentas, día a día, perpetuamente, entre la oscuridad y la luz. 
Toda inclinación primigenia del hombre a la religión y a la existencia de algo que no solo lo ilumina, si no le protege y le da vida, se resume en ese cuerpo celeste allá en lo alto:

El sol.
¿Puede quedar alguna duda de porqué el Sol es el astro más reverenciado y enaltecido como algo divino? No es cuestión de Fe, es cuestión de superviviencia. Y sí, un poco de miedo a la oscuridad.

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