Cosas extrañas que cree la gente: La sombra


En muchas partes del mundo la sombra de un hombre fue, y en algunas aún se sigue creyendo, que es su alma, o si no eso, al menos sí una parte integral de él mismo, tan íntimamente ligada a su vida que sea lo que llegue a ocurrirle, se siente como si le sucediera en su propio cuerpo. Solo un reducido número de lenguas tienen una sola palabra para expresar la idea de la ‘sombra’ y ‘alma’. Los Zulú por ejemplo, utilizan la palabra tunzi para describir tanto el alma de un individuo como su sombra; entre los indios Algonquin otahchuk tiene el mismo doble significado, Como natub lo tiene en la lengua Quiché. La palabra sombra es utilizada también para describir un fantasma o un espíritu que vive en el infra-mundo.
Así como el reflejo en un espejo o en la superficie del agua se considera ser el alma viviente de aquello que lo origina, de la misma manera y quizá de una forma más conocida se le considera a la sombra, esa extraña y viva imagen que en ciertas ocasiones acompaña a su dueño a cualquier lugar y fielmente reproduce todas las acciones que este realiza. De ambas maneras, el alma se creía visible porque, en ese momento, estaba fuera del cuerpo y libre. Fue una creencia muy aceptada de muchas personas en la antigüedad que el espíritu de una persona puede abandonar el cuerpo temporalmente sin ocasionarle la muerte. Siendo más frecuente cuando esta duerme, pero podía suceder en otro momento no solo durante el sueño, escapando por la boca, o por los orificios de la nariz y vagar misteriosamente por el mundo. Esto -según dichas creencias- podría ser peligroso, pero no necesariamente. Si todo iba bien, el alma errante sin importar que tan lejos vagara, volvía a ‘casa’ de nuevo, mientras no resultara dañada y la persona dueña de dicha alma estuviera bien. Pero si era lastimada de alguna manera durante su ausencia, este también resultaba dañado, y si de alguna forma se le impedía volver al cuerpo, este terminaba por morir.
Así el asunto con la sombra-alma, ambas en su forma visible e invisible. Si se perdía, ya fuera por accidente o por cuestión de algún hechicero, su dueño en consecuencia moría. Si era dañada o maltratada, sus efectos se hacían sentir de inmediato en su persona. Entre los Bantu del Norte y en algunas partes de la India, se decía que se podía asesinar a alguien simplemente atravesando su sombra con una lanza. En una leyenda de la antigua Irlanda se relata como el héroe Finn asesinó a un enemigo de la misma manera. Lo persiguió sin descanso hasta que ‘vio ante él la sombra de Cuirrech, y a través de la sombra arrojó la lanza al tiempo que pronunció un hechizo sobre su cabeza, que golpeó a Cuirrech, quien cayó herido entonces.'
Sir J.G. Frazer dice en The Golden Bough que ciertos magos en las islas Pulau Wetar (en Indonesia) pueden causar que sus víctimas caigan heridas simplemente apuñalando su sombra con picas, o clavando en ellas espadas.
Un reflejo curioso de estas primitivas creencias se puede ver en la superstición moderna, que aún se cree en la Gran Bretaña, donde si uno camina o se tropieza en la sombra de una persona le traerá a esta última mala suerte.
En su Book of Folcklore, Sabine Baring-Gould resalta que ha conocido niños en algunas culturas que se molestan si otros niños brincan o golpean su sombra, pues dicen que les lastima o que es un insulto.
Al menos hasta finales del siglo XIX y quizá después, era comúnmente conocido en Grecia y algunos otros países del sudeste europeo que la sombra de un hombre le puede ser robada sin que este lo sepa, y puede ser usada a manera de sacrificio fundacional para asegurar la estabilidad de un nuevo edificio. Maestros constructores o sus trabajadores hacían esto persuadiendo a un incauto, preferentemente un extraño en la localidad, de visitar le construcción un hermoso día soleado, mientras el trabajo está en progreso, luego se le induce a pararse, siempre sin saberlo, en tal posición que su sombra caiga sobre donde la piedra fundacional será colocada, o, de ser posible, que la piedra sea colocada mientras la sombra se encuentra proyectada en el suelo; de cualquiera manera en que se llevara a cabo el método, el objetivo del constructor se cumplía, el alma-sombra era capturada, y con ella, la vida de la víctima. Tal persona no siente nada en el momento, ni sabe lo que le ha ocurrido, pero muere dentro de un año, o de acuerdo a la tradición Rumana, en los 40 días siguientes. La seguridad del Edificio era así asegurada; como en la antigüedad, se aseguraba encerrando entre sus muros a una persona viva, o enterrándola viva bajo la piedra fundacional.
En China, era considerado peligroso para cualquiera que atendiera un funeral, el acercarse demasiado al ataúd, cuando la tapa estaba siendo fijada a este. Su sombra podía caer en ella y ser atrapado dentro junto con el cuerpo. De manera similar, no era buena idea acercarse a una tumba abierta mientras el ataúd era descendido en ella, porque la sombra podía quedar atrapada. Si esto ocurría, el resultado era algún tipo de desgracia, usualmente de enfermedad. Por lo tanto, era costumbre para todos excepto los familiares cercanos el alejarse un tanto mientras sucedían dichos eventos en la ceremonia. Los dolientes y los excavadores no podían alejarse como es obvio, pero estos ataban su sombra a sus personas amarrando firmemente a sus muñecas pedazos de tela. 
Una creencia popular europea relata como un extraño llegó a un pueblo, y parecía ser como cualquier persona hasta que notaron que aquella ´persona no proyectaba ninguna sombra bajo la luz del sol o de lámparas. De alguna forma u otra, había perdido a su fiel compañera, la sombra, esa manifestación del alma, que todos los demás poseen, por lo tanto esa persona era temida y evadida. La sombra quizá le había sido robada por algún enemigo o hechicería, pero de igual manera, su ausencia podía ser el resultado de que aquella persona había vendido su alma al diablo, o le había sido arrebatada por cometer algún gran pecado. Existen variantes de ‘El diablo se queda con la mejor parte’ en la que Satán, habiendo acordado construir un puente, o realizar algún tipo de servicio a cambio de una pequeña cuota de un hombre que finaliza último en una carrera, toma la sombra, y deja que su retrasado dueño siga viviendo sin ella. Esto normalmente se toma como un ejemplo de la estupidez del Diablo, y la facilidad con la que puede ser engañado; pero dado que la sombra era tomada como el alma de la persona concerniente, parece que el ‘diablo’ no era tan tonto como parecía, y tenía una razón para ser satisfecha.

Recuerdo aquél capitulo de Los Simpson en el que Bart vende su alma a Milhouse, y tiene ese extraño sueño donde todos sus amigos viajan en las barcas al lado de su sombra-alma, excepto él, que ya no la posee, lo que termina volviéndolo poco a poco en un ser extraño y maligno que huye de la luz.


En el libro de S.O. Addy Household tales (1895), hay una historia de un mago de Lincolnshire, quién era capaz de convocar la sombra de una persona y hacerla aparecer en la pared de una habitación. cuando el dueño de la sombra no se encontraba en el sitio en ese momento. Este mago fue consultado por un granjero que había sido robado y deseaba descubrir la identidad del ladrón. De hecho, había dos hombres implicados en el robo, los dos servían en la granja. Por medio de un hechizo, el primero fue forzado a venir a la casa en persona, siendo así probada su culpabilidad; pero en el caso del segundo, el mago se contentó con solo llamar a su sombra. Vino, y fue vista claramente en la pared. El granjero reconoció instantáneamente a su dueño, y a ambos ladrones, se nos dice en el relato, se les puso bajo arresto.
De las muchas maneras de adivinación practicadas alguna vez en navidad o año nuevo, para saber quien moriría dentro de los próximos doce meses, una variante Galesa era la observación de la sombras. En noche de navidad, cuando todo mundo estaba reunido alrededor del fuego, las sombras proyectadas contra la pared eran cuidadosamente observadas. Si alguna aparecía sin cabeza, los individuos a quienes pertenecía no vivirían para ver otra navidad. Una superstición similar en Carolina del Norte - aunque menos directa personalmente y no conectada a ninguna festividad o fecha-, era que la sombra de un ataúd vista sobre el techo significaba un presagio de muerte para alguien en esa casa. 
Una tradición de la sombra, de un patrón sumamente diferente es recordada aún en Worcestershire. Cerca del sureste de Malvern, donde hay una colina llamada Raggedstone. 
En ciertos momentos, ni regularmente ni a menudo pero en lo que parece ser impredecibles intervalos, la sombra de su rocosa cumbre es arrojada al valle debajo, y si esta cae directamente sobre alguien, la persona morirá pronto o sufrirá grandes desgracias a lo largo de toda su vida. La leyenda local dice que el final infeliz del Cardenal Wolsey fue previsto de esa forma años antes de que sucediera, cuando vivía en Birtsmorton.
Una historia a veces contada para testimoniar esta singular manera de advertencia es que la colina fue maldecida por un monje en la edad media. Una teoría más probable es que la larga tradición tiene sus raíces en historias pre-cristianas populares y confusas sobre rituales  de sacrificio en la cima de la colina.
Se dice que San Pedro curaba a los enfermos con solo proyectar en ellos su sombra. 
En la literatura, encontramos situaciones extrañas con la sombra, por ejemplo Peter Pan pierde su sombra al desprenderse de él cuando salta por una ventana y esta se cierra de golpe tras él, la recupera cuando el personaje de Wendy se la vuelve a coser al cuerpo. En El señor de los anillos, Mordor es la tierra donde “mueren las sombras”. En la película de Coppola sobre el mítico Conde Drácula, este, al recibir la visita de Jonathan Harker en su castillo en los Cárpatos, se desliga de su sombra que por instantes cobra vida propia, simulando que estrangula a Harker cuando le menciona que está próximo a casarse con Mina


Lo único cierto es que todas estas historias son simples y llanas supersticiones. La sombra más terrible es la que se cierne sobre la razón, permitiéndole a muchas personas creer, por más cruel que se escuche. tanta tontería.

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