Cosas extrañas que cree la gente: Skoptsy. Para sectas extrañas, los Cristianos...




No sé si ya cualquier cosa que descubro acerca del cristianismo y las oscuras y retorcidas ramas que lo conforman me parece cada vez más increíble. Pero en fin.
Voy a compartir algo sobre una secta peculiar, quizá una de las más exóticas que conforman el cristianismo. Originada en Rusia en el siglo XVIII,  se cree que existe aún hoy, y que está fuera de los confines de la antigua Unión Soviética. Los descendientes de aquellos que huyeron a las islas del delta del Danubio - una de las más remotas y menos conocidas zonas de Europa-, aún sobreviven.
El paisaje salvaje de las cañas alberga uno de los más extraños asentamientos de humanos en el mundo: Turcos Otomanos, Tártaros Nogai (reliquias de la Horda Dorada), miembros de la secta Lippovan y los Skoptsy. ¡Oh los Skoptsy!
De entre tanto asentamiento étnico, los Skoptsy -afortunadamente- no pueden ser muchos, pero se cree que han logrado vivir básicamente sobre casas flotando sobre carrizos en el agua, y de alguna manera, han encontrado cierta estabilidad económica como una comunidad independiente.

El gobierno rumano parece haberlos dejado por su cuenta, pero no se sabe si esa situación pueda continuar y por cuánto tiempo. Muy Pronto, los Skoptsy han pasado a la historia como una de las más extrañas aberraciones de lo que es capaz de hacer la religión en las personas.

Por si empiezan a preguntarse de que va esta secta, y qué terribles creencias les apartan del resto de las locas ideas religiosas que circulan por ahí afuera, pues en el nombre está la respuesta:
Skoptsy significa Eunucos.
La castración como el añadido de un celo excesivamente religioso no es algo nuevo, viene -al menos hasta donde se sabe- desde el culto a Cibeles, los judíos y su 'pacto' con Yahweh para deshacerse de ese pequeño 'sobrante´de piel en el miembro masculino; en los primeros tiempos del Cristianismo, Origen se castró a sí mismo en el siglo III, basando su acción en la interpretación literal de Mateo 19,12: 'Porque hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre; y hay eunucos que fueron hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos.' La iglesia Cristiana hace mucho que condenó como herética las actitudes que estigmatizan todos los apetitos de la carne como esencialmente pecadores. Pero de tiempo en tiempo, sub-grupos cristianos han ido en contra de estas enseñanzas (o prohibiciones de la iglesia), pero las malas prácticas derivan más de factores sociales que de su adhesión a mal-interpretar las doctrinas.

Esto es cierto en el caso de Rusia, una de las tierras más fértiles para el fanatismo religioso. Aunque Rusia no vivió una Reforma como tal, hubo una fragmentación en la población hacia grupos religiosos centrífugos cuando se dio el rompimiento de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el siglo XVII.

Historiadores Marxistas están probablemente en lo cierto cuando interpretan el extremismo más violento en el viejo Sectarismo Ruso, como una forma de protesta social en contra de un rígido sistema.
Además, una de las maneras más seguras para un individuo que no había logrado obtener poder dentro de un sistema, era proclamar alguna inspiración religiosa especial, y el usar su personalidad para abusar de la ingenuidad de sus seguidores. La fuerza de mucho del sectarismo Ruso brotó del mesmerismo del individuo, en lugar de la adhesión a nuevas doctrinas. 

Los ancestros inmediatos de los Skoptsy fueron los Khlysty (Flagelantes), una de las docenas de ramales de los Antiguos Creyentes a finales del siglo XVII. 
Danila Filippov, la campesina fundadora de los Khlysty, era ella misma una ascética, cuyos seguidores la consideraban en un status como igual a Cristo. Ella buscó los 'Dones del Espíritu' para sus seguidores negándoles el derecho a tener relaciones sexuales con sus esposas, beber alcohol y comer carne. 
Todos buscaban el carisma o la gracia del espíritu, pero aquellos que creían haberlo alcanzado se consideraban estar por encima de las leyes humanas. 
Al negar el derecho a cohabitar con sus mujeres, consideraban las relaciones extra-maritales como especialmente sagradas. Filippov, sin importar cuales hayan sido sus buenas intenciones, se vio incapaz de controlar los excesos de sus seguidores, o de prevenir que poco a poco aspirantes rivales y carismáticos la presionaran con sus propios reclamos de participar en la revelación divina.

Así fue que se levantó como una reacción contra los Khlysty. Irónicamente, considerando la original intención ascética de los Khlysty, fue en contra de sus excesos sexuales contra lo que los Skoptsy arremetieron. El hombre que fundó la nueva secta, Kondrati Selivanov, era él mismo un Khlyst.
Él también, creía que la unión sexual era fuente de todo pecado; la única posibilidad de salvación para la humanidad, dijo, era renunciar al sexo completamente. ¡Brillante!

Entonces alguien tuvo la brillante y religiosa idea de: Bautizar por fuego.

Era 1757 cuando Selivanov, en sus gloriosos 26 años, atrajo por primera vez seguidores. Les dijo que para alcanzar la pureza total y finalmente remover toda posibilidad de pecado, debía él mismo servir de fiel ejemplo a sus seguidores. Se haría pasar por un segundo bautismo -esta vez por fuego- y derramar su propia sangre por Cristo. Como una demostración pública de que hablaba en serio, se hizo castrar ante la mirada de todos. 
Los Skoptsy creían que cerca de 144,000 convertidos habían seguido ese camino. El juicio final llegaría para toda la humanidad. Selivanov no tenia prisa aparentemente por conocer a su creador, pues vivió hasta los 100 años. Al pasar del tiempo, sus seguidores le atribuyeron más y más atributos de una deidad,  pese a que él confundió el asunto haciéndose ser el Zar Pedro III, quien fue asesinado en 1762.



En realidad, los Skoptsy jamás fueron lo suficientemente numerosos para ser tan importantes como muchas otras sectas religiosas en Rusia. Pero por algunos años lograron hacerse notar.
Muchos grupos se fragmentaron en varias zonas del centro de Rusia. Sorprendentemente, y en vista de la constante hostilidad de las autoridades ante cualquier desviación sectaria, parece que fueron tratados con cierto asombro tanto por el régimen zarista como por la Iglesia Ortodoxa Rusa. El aura de santidad supra-monástica que parecía rodear a los lideres Skoptsy se reforzó por una visita que Alejandro I hizo a Selivanov en San Petersburgo. Después de esto, La seguridad de Selivanov estaba garantizada. 

Algunos grupos sin embargo, fueron forzados a huir y establecieron comunas en áreas remotas de Siberia, que pronto ganaron la reputación de ser extremadamente limpios y buenos trabajadores.
Algunos huyeron al sur, al delta del Danubio. En general, casi todos pudieron integrarse con relativa seguridad en muchos pueblos, donde se establecieron como comunidades cuasi-monásticas económicamente independientes, viviendo en dormitorios, pero yendo a trabajar diariamente a las fábricas.

Se volvió una práctica para un seguidor masculino, convertirse en padre de una pequeña familia antes de convertirse en 'miembro 'completo' -término irónico- de la secta. Muy pronto, también, la doctrina Skoptsy se modificó, y algunos líderes pregonaron una 'castración espiritual' como la ideal. 
Mutilaciones físicas se volvieron menos frecuentes para cuando lego la Revolución, pero había una tendencia que se incremento en número como protesta cuando las condiciones se volvieron extremadamente díficiles. Fuentes rusas admitían que para 1929 había algo así como unos 2000 seguidores de la secta, que su número estaba creciendo durante la colectivización y las mutilaciones se volvían más recurrentes. La auto-mutilación es ciertamente un rasgo ruso durante condiciones de desesperación, dijo Anatoli Marchecnko en sus experiencias en prisión, contadas en Mi testimonio.
En las terribles condiciones que prevalecían durante la segunda guerra mundial, hubo otra epidemia, especialmente entre las mujeres que habían perdido a sus maridos en la guerra (se auto-mutilaban cortándose los senos). El último registro de una castración en la Unión Soviética fue en 1951, por un tal Lomonosov, que vivía cerca de Rostov-on-Don (sí, ese lugar ahora asociado con Chikatilo que de solo escucharlo da escalofríos), Lomonosov, era por entonces el líder de la secta. 
Persuadió a su hermano a someterse a ello después de la desmovilización de este. Así lo dice F.I. Fedorenko, autor de Las sectas, Su fe y su práctica. (1965).
Con el nacimiento del estándar de vida soviético y grandes mejoras en la educación, existe ahora una mucho menor tendencia de las personas a ser arrastradas a tales actos de extremismo. 

Al final de cuentas, la educación, así sea en Rusia, Pakistán, Ruanda o en la selva del Amazonas, prueba ser el antídoto perfecto para terminar con semejantes estupideces. 

El sexo, desde el punto de vista humano es algo maravilloso. No lo ensucien con la fe y sus pesadillas.
Moraleja: Amen sus 'partecitas', y si quieren amar las de alguien más, debe ser con mutuo consentimiento entre adultos que saben lo que quieren. 
El sexo (las relaciones sexuales) no deben forzarse sobre nadie, ni molestar a seres indefensos.
La pedofilia jamás debe ser tolerada. De ahí en adelante y de común acuerdo, todo es válido.





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