Reflexión del odio

¿Cómo hablar del odio? 
Cuando este inunda como un licor violento nuestro pecho y cada uno de nuestros miembros.
¿Habrá sensación imaginaria más tortuosa que ese nefasto sentimiento?
Alguien me responderá sin duda,  que el dolor o el amor son sentimientos igual de intensos.
El dolor, el dolor nunca engaña, siempre duele, es cierto.
Pero después de que golpea, hiere lastima, muerde, araña, mutila, arranca y casi mata, hay en él, lapsos de reposo.
Y el amor, ese sentimiento tan contradictorio, que en ocasiones nos levanta, engrandece, enorgullece, dignifica y de gloria y de triunfos nos reviste, tambien es cierto que nos arrastra, envilece, empequeñece, deshonra y de crímenes y derrotas nos corona.
Es intenso pero nos abandona y luego nos oprime.
Pero el odio jamás nos decepciona. El odio repta por la razón, por el alma, por las emociones como una serpiente.
Nunca nos abandona.
En el sueño y la vigilia, nos muerde, nos sacude, nos mata y nos revive; nos acosa y nos aplasta en la multitud que canta, que llora, que sonríe, que danza sobre pilas de cadáveres el canto dulce y funesto de sus crímenes.
Y al solitario, a quién en el silencio nocturno aprisiona, le suspira al oído, que nunca tendrá descanso, que su instinto es como el de la fiera.
Y a ti, asesino por naturaleza, te da la imaginación que desentraña la vid de cicuta de tu aliento, en los filosos segundos de la espera.
Cuando desciende a tu conciencia y te aconseja:
¡Cobra tu venganza! ¡Viola! ¡Rapta! ¡ Descarna! ¡Acuchilla! ¡Ametralla! ¡Apedrea!  ¡Otórgame muñeco infame, tu vida entera!
¡Celébrame con ritos, ceremonias, guerras, religiones y proezas!
Yo soy el odio…
                            El templo que te mira y se refleja

Comments

Popular posts from this blog

Supersticiones, supercherías y más supers... Los gemelos.

Hablemos de la madre de las cosas malas: Lilith, el simbolo femenino de la rebeldía.

El origen de un ser imaginario: Yahweh, la deidad de las proezas marchitas...